A partir de este escrito les propongo continuar con el ciclo de
lecturas necesarias. En esta ocasión quiero compartirles algunas
referencias del libro de F. Jullien Lo inaudito. O el otro nombre de
la agotadora realidad
Allí se va a ocupar de lo inaudito. Abordando este término de un
modo sublime, porque vamos a ver cómo esta palabra, este
modo de decir no hace referencia a lo sorprendente o lo
asombroso, sino que va a plantear algo respecto de aquello que
desde el discurso psicoanalítico podemos poner en relación con
lo real. Pero no de cualquier modo.
Me refiero a eso que resulta del sedimento del lenguaje, y para
que eso suceda tiene que producirse cierta distancia respecto del
sentido.
Hay un término que Julien utiliza que es el de des coincidir, salir
de la adecuación que sostiene la ficción del lenguaje y la función
engañosa de la palabra.
Des-coincidir para apartarse. Y esto hace que en esa distancia se
puedan desamarrar las fijezas con las que lalengua escribe lo
inaudito. Este es un punto clave porque de esto se trata que
como analistas podamos estar advertidos que es preciso tomar
distancia de los modos en los que la interpretación puede quedar
atrapada al deslizamiento indefinido de la metonimia y la
significación sin ubicar la dimensión inherente al sujeto dividido.
Más de una vez ocurre que en las supervisiones se escucha la
preocupación por los analistas en extraer, ubicar, aislar, los
significantes que marcan la posición del sujeto: sola,
abandonada, perdedor, etc. Y esto confunde las aguas, porque
precisamente en la medida en que el sujeto dividido no puede
encontrarse representados por los significantes, mucho menos
se trata de consistir el sentido de estos. Cuando hablamos del
sujeto dividido hablamos de ese entre que hace cuestión que
interpela, que ubica la dimensión subjetiva en eso que Freud
ubicaba como conflicto, es decir que se plantea la problemática
que precisa la posición del sujeto como eso que siempre se
escapa, que es inaprehensible.
Por ejemplo, si alguien dice: a mí siempre me dieron todo y
entonces eso hace que mi posición siempre sea cómoda o que
sea un vago, esas dos palabras, cómoda y vago no son
significantes. Ahora si este modo de decir implica que esa
comodidad o ser vago queda entredicho con alguna otra
cuestión, como por ejemplo el hecho de plantear, que si alguien
dice que es vago, y entonces piensa que por eso se pierde de
ciertas oportunidades que también le interesan, o bien, que esa
comodidad en verdad no le resulta tan cómoda porque hay cosas
que no puede decidir más allá de eso que los Otros le dieron o
hicieron por él o ella, entonces ahí sí podemos pensar al sujeto
como efecto de esa división, de ese entredicho.
Sólo si se conmueve lo amarrado, la distancia es lo que conduce
a lo inaudito porque se eleva fuera de todo lo que ha se ha oído.
Pensemos cómo sería eso de abordar un pensamiento, un dicho,
por ejemplo, y considerarlo desamarrado, esto no es lo mismo
que fuera de toda lógica.
Lo inaudito de este modo, apunta siempre a un desfasaje, a una
des-coincidencia. Lo inaudito es eso que no se ha oído jamás. Por
lo tanto, no es lo que queda del lado de la reminiscencia
significante, ni en la significación como efecto del juego de la
cadena significante.
Lo inaudito se despega de lo pegajoso del lenguaje.
Es preciso que como psicoanalistas consideremos seriamente
qué quiere decir esto: no consistir en interpretaciones que están
dotadas de sentidos, hacer valer el juego significante en tanto el
significante en sí, solo, no significa nada. Está claro que no es sin
el significante, no es sin el lenguaje, y estas no son frases hechas,
porque decir no sin, es precisamente situar ese punto paradojal
para poder despejar lo inaudito del lenguaje dentro del lenguaje.
Siempre somos inmigrantes de una lengua que el ser no conoce,
quedamos atrapados en esos pliegues de una lengua que
siempre nos resulta un poco ajena.
Julien le va a dar a lo inaudito el lugar de lo no integrado, y tal
vez un poco también de lo no integrable. Esto sólo podemos
ubicarlo en las grietas de los dichos, en lo que se desajusta en el
decir, en lo que irrumpe y hace estallar los marcos del lenguaje.
Cuando Lacan dice que la interpretación está hecha para
producir olas, me parece que hace referencia precisamente a
esta cuestión. Cómo deshacer por medio de la palabra lo que la
palabra misma ha forjado.
Equivocando la ortografía, operando en esa dimensión poética
que siempre es disruptiva, que subvierte el campo del sentido y
abre un fuera de él, lo agujerea. Aunque bien sabemos que es un
fuera que al mismo tiempo no prescinde del lenguaje.
La idea de que lo inaudito es también eso que nos resulta ajeno,
porque si lo pensamos a partir de las marcas del lenguaje, el
lenguaje siempre conjuga equivocadamente las marcas de la
lengua, hace coincidir de manera engañosa lo que pretende
fallidamente adecuarse al campo del sentido.
Cuando Julien plantea el modo de abrirle paso a lo inaudito,
establece una relación con la poética, más precisamente él dice
allí con la poesía. Y dice que es en la práctica de la des-
coincidencia que se puede escuchar lo inaudito.
Pensando entonces en la experiencia analítica, podemos tomar
estas referencias para pensar de qué modo, si consideramos este
término: des-coinidencia, des-coincidir se trata de desamarrar el
enlace que cierra el sentido. Es en esa des-coincidencia que
descansa la audacia en la que lo inaudito se esfuerza por decir.
Qué es la neurosis sino la consistencia de cierto modo de hacer
relación ahí donde no la hay. Se trata de eso que por ejemplo se
construye como respuestas del sujeto ante la inmensidad de la
no relación, de lo que no puede plantearse en relación. Y este es
un punto fundamental para que pensemos la dimensión de la
verdad que no queda subsumida en el saber, sino que marca su
límite. Con esto pensemos eso que no pasa por el campo del
Otro con mayúscula, eso ante lo que el Otro falla, no puede darle
consistencia, entonces, el sujeto es eso que se nos escapa pero
que además es efecto de esa falla estructural del Otro, por lo
tanto no puede sino estar en relación con eso inaudito, fuera de
toda consistencia, simbólica o imaginaria.
Hacemos de eso opaco una coincidencia. Me resultó muy
interesante el modo en el que Julien plantea esa relación entre lo
inaudito y la des-coincidencia que, si lo llevamos a la cuestión del
sí mismo, no hay tal sino siempre respecto de lo otro. Toca en
este punto eso que se llama identidad y que es siempre
indadecuada, porque no hay lo idéntico a sí mismo, porque lo
que no es idéntico no puede entramarse en una serie de
relación.
Y un punto muy muy interesante es el modo en el que aborda la
cuestión de la metáfora. Creo que allí alumbra algo realmente
inaudito, porque dice que es la vía para encontrar lo real, en este
punto rescata el valor de la metáfora que encontramos en la
escritura poética china, su valor más allá del campo del sentido, y
no como pura relación de oposición con la metonimia.
Este libro nos ofrece un excelente modo de pensar lo inefable y
lo inaudito. Si pensamos que lo inefable enlaza con lo real, en ese
punto de imposibilidad, lo inaudito sería eso a lo cual el decir se
dirige.
Si pensamos en ese lugar que Lacan formula del OTRO, ese otro
que siempre de un modo u otro nos resulta inalcanzable, más
aún en sus pliegues, su opacidad, es también lo Otro, lo ajeno,
eso es lo que podemos articular con lo inaudito del Otro. No me
refiero aquí a lo enigmático del Otro, y este es un punto
interesante que Julien mismo se encarga de aclarar, no se trata
de ese inalcanzable en términos de desconocimiento o enigma,
sino de aquello que no se puede se puede saber porque
desborda su campo. Hay lo que desborda el campo del Otro.
Es por esto que en algún punto lo inaudito se trata de lo inaudito
del Otro, su inaccesibilidad, su punto de imposibilidad.
Aquí me parece que reposa el hallazgo de lo que propone Julien,
precisamente porque una cosa es lo enigmático del Otro, si se
quiere respecto del deseo, de la falta, de eso que el Otro no
puede dar cuenta, y, lo inaudito del Otro, porque en este sentido
allí se pone en juego la cuestión de la invención, en tanto no se
trata de lo desconocido del Otro sino de lo incomprendido,
también en el sentido matemático, lo que no queda
comprendido en esa relación con el Otro.
Entonces con el término inaudito Julien hace referencia a lo que
irrumpe. En este sentido, creo que este término maravilloso, lo
inaudito, nos sirve para pensar no ya la cuestión de la falta sino
de la falla. Ese pasaje que en Lacan se puede cernir a partir de lo
que lo lleva a otra lógica que la aristotélica, incluso a la
topología. La falla ya ubica eso irreductible del Otro, eso que de
lo sexual no puede abordarse por la vía del fantasma, eso que
hace a la respuesta fantasmática un arreglo que no alcanza.
Lo inaudito abre la cuestión del Otro, pero no en la dimensión
simbólica, como ese Otro del significante sino como eso otro, lo
otro, una alteridad radical que también es alteración que es del
orden de lo otro, no del Otro. Lo otro es siempre extraño, ajeno,
queda por fuera, se trata entonces de lo que ex -siste, en ese
sentido el término apofántico parece ser adecuado para ubicar
eso que no puede aparecer en el retorno de los signos, en lo
cifrado bajo la condición del significante sino que mantiene
cierta distancia, término muy apropiado que utiliza Julien con el
que creo que indica esa relación entre lo inaudito y lo real
porque emplaza, localiza, insta a la letra, en tanto se trata de eso
que se escurre entre palabras, si licúa. Ahora bien, en la medida
en que a lo real no accedemos, de lo que se trata es de hacer
pasar algo de eso por una operación de escritura, en la medida
en que cuando de la iteración se trata no estamos en el campo
de la repetición, del significante sino del campo del Hay-uno, eso
que es del orden del Hay Uno que denota que no hay dos, no hay
relación. Eso que de la repetición signa un borde y un agujero,
sitúa el lugar en el que algo pueda escribirse. Abriéndole paso a
lo inaudito.