¿Qué significa lo actual para el Psicoanálisis?

Trinchera en la intemperie.
Un psicoanálisis posible frente al sin sentido y el desamparo.

¿Cómo entendemos lo traumático en psicoanálisis?

Desde los desarrollos freudianos en adelante la conceptualización sobre lo
traumático han ha ido cambiando, como así también los modos de
considerar el quehacer de los psicoanalistas.
Comencemos por decir que lo traumático no puede situarse en términos
universales ya que un acontecimiento banal puede tener un valor
traumático. Asimismo, una vivencia denominada traumática deja huellas
duraderas se repite algo que resultó doloroso, insoportable e intramitable
psíquicamente. Estos desarrollos formaron parte de los comienzos
freudianos en torno a la postulación del aparato psíquico.
Freud comenzó estudiando el origen traumático en las llamadas neurosis y
descubrió que los síntomas eran la expresión del conflicto que había
provocado la representación de la vivencia traumática ¨olvidada¨, ignorada
de aquello traumático. Y en su extenso recorrido y enseñanza ha
desarrollado diferentes conceptualizaciones del trauma. Comenzó por situar
el trauma como una vivencia efectivamente acontecida, luego que el
recuerdo de una vivencia que no ha sido traumática en su momento, podrá
devenir traumática por el recuerdo que podría evocarla a partir de una
segunda vivencia que despierte nexos lógicos con la primera. Tiempos
estos en los que Freud situaba que detrás de los síntomas hay un trauma
sexual,
Luego de estos desarrollos iniciales en la carta 59 a Fliess dirá: “ya no creo
en mis histéricas” y comienza a situar que no se trata de escenas
acontecidas en la realidad, sino de fantasías que tomarán un papel central
en la vida del individuo. 
Aquí el hecho fundamental es que Freud no deja de darles importancia
porque no hayan ocurrido en la realidad y tomará a estas fantasías como
intermediarias en la formación y etiología de los síntomas.
Es importante situar que una diferencia fundamental es considerar a lo
traumático como lo que puede poner en juego un mecanismo psíquico
orientado por la defensa, o represión, y, otra diferente es ubicar lo
traumático en el sentido de cierta cuantía que desborda la capacidad del
aparato psíquico de tramitar un acontecimiento. Dicho de otro modo, lo
intolerable de una representación hace que el síntoma, entonces, funcione

allí como resultado de la defensa, destacando que por supuesto no todos los
sujetos responderán del mismo modo frente a lo denominado traumático.
En el “Proyecto de psicología para neurólogos” (1985) Freud analiza el
caso Emma y elabora su teoría del après coup: el trauma se produce en la
pubertad cuando el acontecimiento que en principio es vivido como sin
sentido es interpretado como sexual, dando lugar a los desarrollos del
trauma en dos tiempos. En cualquier caso, lo que está puesto en juego es la
imposibilidad de una descarga de tinte sexual.
Me parece importante destacar, para poder retomar estas cuestiones más
adelante que en estos desarrollos se presenta la hipótesis de que se produce
una fijación pulsional relacionada con la vivencia.
A partir de 1920 Freud se ocupa de las neurosis de guerra, y retoma la
vivencia traumática que ya no es de carácter sexual, sino que se trata de
una vivencia que pone en peligro real la vida del sujeto. En torno a este
punto desarrolla entonces un tipo de repetición que no es la misma que
había planteado hasta entonces y toma relevancia el término compulsión de
repetición para ubicar la insistencia del aparato psíquico en el intento de
ligar la energía psíquica que sitúa el calor recurrente como intento de
ligadura y tramitación psíquica.
La repetición de la escena traumática se producía a través de las pesadillas
o los llamados sueños traumáticos. La cuestión es qué entendemos por
repetición, hay una diferencia importante entre la repetición y la
insistencia.
Estas experiencias, que parecen contradecir su teoría del principio del
placer, van a dar lugar a una teorización del trauma relacionado con el
componente mortífero de la pulsión, la pulsión de muerte instaurando un
Más allá del principio del placer. 
Es esta compulsión a la repetición la que causará la tendencia repetir una y
otra vez aquello que no es plausible de representarse.
En la conferencia 18 de la serie introductoria, “La fijación al trauma. Lo
inconsciente” Freud dice Freud “la expresión «traumática» la aplicamos a
una vivencia que en un breve lapso provoca en la vida anímica un exceso
tal en la intensidad de estímulo que su tramitación por las vías habituales y
normales fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la
economía energética.”

Una aproximación al trauma en la enseñanza de Lacan
Lacan va a dar una interpretación distinta al carácter traumático de la
sexualidad. Va a decir que hay un agujero en lo simbólico para decir lo
sexual en el ser hablante, su famoso aforismo “No hay relación sexual”, no
hay nada en el instinto que nos diga cómo abordar la cuestión de la
sexuación. Los llamados problemas en el ser humano vienen del hecho de
que somos seres de lenguaje. La entrada en el lenguaje supone la pérdida
del instinto y por tanto de las respuestas claras sobre cómo arreglárnoslas
con el cuerpo y la sexualidad. Tenemos entonces que arreglárnoslas con el
lenguaje, con el inconveniente de que hay un problema de estructura: no
todo puede ser dicho. Hay ciertas experiencias que encuentran una
dificultad para ser simbolizadas y que constituyen los grandes problemas
del ser humano: la sexualidad, cómo ser una mujer o un hombre, la muerte,
la filiación…
El trauma es lo que no puede ser simbolizado. Hay trauma porque no hay
palabras para decir una determinada experiencia en el cuerpo por su
elevada intensidad o porque sucede en un momento en que el sujeto no
cuenta con los recursos para tramitarla.
Sin embargo, la teoría del trauma en Lacan no se limita a hacer de este una
contingencia que puede suceder o no. Ni mucho menos se limita a
acontecimientos que puedan llamarse traumáticos en sentido general. El
trauma para Lacan no está causado por un hecho traumático en sí, sino por
la ausencia de un saber para metabolizarlo.
En toda experiencia humana hay un momento en que determinada
experiencia no alcanza a ser pasada por el lenguaje, no hay palabras que
puedan nombrarla y se produce una marca de intensidad que toca el cuerpo
y se fija. Pero la fijación sola no es la causa de la neurosis. Se requiere que
intervenga la represión sobre esa causa. Esta es la matriz de la formación
de los síntomas. El traumatismo significa que hay un hecho que no se
integra, un hecho sin sentido, que queda fijado y a la vez reprimido. Luego
un dicho que puede ser cualquiera se une a esa marca y desde ahí cobra un
sentido: o sea, hecho, dicho y sentido. Esa marca de ahí en adelante llama
a una repetición del acontecimiento traumático transformado por el dicho
que se le ha asociado como un complemento de sentido.
En la vida de cada cual hay algo que no pudo ser atrapado dentro de las
coordenadas simbólicas. El trauma es la experiencia humana de
un desamparo primitivo, pero no se trata del trauma de nacimiento, sino
de que el lenguaje no alcanza para decirlo todo, y esa es la experiencia
inaugural del desamparo humano.

Entonces el sujeto se defiende de eso, a través de los síntomas, del
fantasma, y de todos los revestimientos llamados imaginarios.
El sujeto puede pensarse como víctima del inconsciente y del goce y ese
encuentro es lo que se denomina lo traumático.
Ahora bien, si lo traumático es del orden de un acontecimiento que indica
que el aparato psíquico se ve sobrepasado en sus umbrales de tramitación,
de la posibilidad de ligar la energía psíquica, desde la perspectiva freudiana
y también hace referencia a un punto donde la capacidad de simbolización
se detiene, es porque precisamente allí no se trata de huella alguna.
Grandiosos son los aportes de Francoise Davoine respecto del paradigma
de lo traumático en psicoanálisis. El análisis del trauma y su teoría sobre la
"banalización del mal", cobra plena vigencia considerando aspectos ligados
a la política actual, donde abunda el acallamiento de víctimas de
catástrofes.
Existen problemas psicológicos como la locura, la psicosis o el trauma que
se tienden a individualizar, pero que en realidad reflejan trastornos en las
relaciones sociales. Muchas veces las experiencias de víctimas de guerras o
catástrofes son silenciadas, solapadas o ignoradas, acciones que obedecen a
una decisión política. Responden a verdaderas fracturas del lazo social.
Esto hace que pensar lo traumático desde nuevas perspectivas se hace
indispensable para un psicoanálisis abierto a lo real, no sólo en el sentido
Lacaniano sino también en consonancia con los desarrollos de Silvia
Bleichmar.
Se hace preciso un sistema de representaciones que no oponga lo individual
a lo colectivo, y la ideología dominante a los discursos hegemónicos
Lo distintivo del valor traumático que me interesa destacar entonces es, no
solamente que su característica saliente es la compulsión repetitiva, el
fracaso de la ligadura, y que se resiste a entrar en la cuenta, sino que se
trata de un acontecimiento que no puede ubicarse en una serie en el sentido
de un entramado social no menos importante. Tomando la diferencia que
establece Silvia Bleichmar entre los psíquico y lo subjetivo, porque ella
sitúa que la subjetividad no abarca la totalidad el psiquismo, y que se
caracteriza por su carácter reflexivo, esto es que no escapa a las
coordenadas espacio tiempo., se trata de que lo traumático no puede
siquiera servirse de una escena, se trata de un acontecimiento sin borde.

Se hace necesario considerar lo traumático dándole el marco de una
historización, un trabajo que requiere armar un borde en torno a lo no
simbolizable porque lo que distingue al trauma en el acontecimiento
traumático es precisamente una temporalidad que corresponde a un tiempo
congelado, detenido, de perplejidad y petrificación.
Al decir de una psicoanalista y escritora argentina Lila Feldman:
¨podemos sobrevivir al despojo de tantas creencias y certezas, y que la vida
psíquica encuentra los modos de reponerse… algunas veces, en parte, y a
lo largo de un cierto tiempo. Que la existencia que nos toca admite varios
comienzos, no uno solo; y que los finales que la atraviesan son ocasiones
mayoritariamente abruptas. Inesperadas. Brutales.

La palabra no alcanza cuando nos visita el horror. Y en este sentido es que
el trabajo analítico y la posición de un analista es inseparable de lo
político.
Entonces me interesa situar una distinción que hace Feldman entre la
incertidumbre y el sin sentido que resulta importante para este desarrollo.
No es posible vivir sin sentido, habitamos el campo del sentido. Pero hay
veces en las que, al decir de Feldman, el no sentido es la mortaja con la
que se trama toda una vida, cristalizando la existencia en estado crónico
de desesperanza, como si la vida se redujera a un permanente batallar por
la supervivencia; y están los derrumbes catastróficos de sentido, esos
acontecimientos de puro trauma.
La función de ese modo de leer que instala el tiempo del apres-coup,
requiere entonces de dos tiempos, de la resignificación, sin ese tiempo no
hay historia posible. Pero no siempre podemos habitar el tiempo y en
ocasiones lograr hacerlo no es sin haber batallado demasiado.
¨Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la
subjetividad de su época” dice Lacan en Función y campo de la palabra y el
lenguaje.

No hacer lugar a la subjetividad de la época implica correr el riesgo de
hacer del psicoanálisis una experiencia intelectual alejada de la realidad.

Habitamos lo social en un momento histórico determinado, estamos
comprometidos también a poner en evidencia a los discursos dominantes y
opresivos, con esa bestial pretensión de hegemonía que intentan asesinar
las voces de la subjetividad.
La soledad de la que nos ocupamos los analistas, esa que decimos que es
estructural, puede precisamente en el lazo social si bien por supuesto no
resolverse, claro está, sí transitarse.
Recordemos que una de las manifestaciones más patéticas del goce es la de
prescindir del otro, elevando el narcisismo a su máxima expresión y
rechazar la diferencia, atacando a las minorías.
Solo habrá psicoanálisis en tanto haya analistas dispuestos a escuchar al
sujeto y también a los discursos de cada época.
No ser interlocutores del pensamiento que afecta la época, conlleva a un
“psicoanálisis liberal”, que sostiene que lo que atañe al sujeto se puede
pensar como ajeno a lo social y el contexto reflexivo donde una
subjetividad social se entrama.
Se trata de que pensemos que el sujeto está unido a la subjetividad de la
época, y esto implica no desconocer los determinantes que nos
condicionan, que están más allá de cada uno.
Cuando se habla de lo político se habla de una ética respecto del sujeto y
que cuando hablamos de política se piensa que la función del analista
habitaría por fuera de la política.
¿en qué sentido se puede hablar de subjetividad de una época ¿qué significa
para un analista unirse a la subjetividad de su época?  
 Se trata, al menos este es mi punto de vista de una realidad que es trans-
individual, esta sería una definición de la subjetividad,
Sirviéndonos hoy más que nunca del modo de abordar la subjetividad,
quien mejor que la gran Silvia Bleichmar

Subjetividad en sentido estricto refiere al posicionamiento del sujeto en la
cogitación ante sí mismo y los otros, sujeto del inconsciente atravesado por
el inconsciente, pero articulado por la lógica que permite la consciencia de
la propia existencia. De este modo podemos diferenciar subjetividad de
psiquismo
El inconsciente para-subjetivo no reflexivo. La subjetividad no abarca la
totalidad del psiquismo, sino que se inscribe en los modos históricos de
producción de sujetos
La subjetividad implica categorías kantianas ordenadoras del pensamiento
fundamentalmente espacio tiempo.
Subjetividad reflexiva
NO se trata del yo sino de la conciencia
La conciencia es la afectación más la consciencia de esa afectación. El
punto entonces no es el yo sino la conciencia de estar afectados por lo que
nos atraviesa.
La subjetividad es una construcción histórica.
Para terminar, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones en medio
del contexto que está viviendo la Argentina en el marco del actual gobierno
y sus abruptas decisiones que no logran evitar recordar nuestro período de
gobiernos dictatoriales y que no conducen sino al desenlace que Silvia
Bleichmar planteaba como Desmantelamiento de la subjetividad
Hace unos pocos días hemos vivido un horroroso episodio de represión en
el marco de una marcha en defensa de los jubilados donde hubo una terrible
represión por parte de la policía que dejó un saldo de heridos de gravedad
entre ellos hacia un fotógrafo que continúa peleando por su vida.
No podemos vivir sin sentido, con extrañeza, no podemos vivir en Peligro.
Puede resultarnos irracional abandonar las certidumbres, pero el sin sentido
es en sí mismo lo catastrófico.
Por esta razón es que quise compartir la inquietud que acerca de la
responsabilidad que como analistas tenemos frente al desamparo de las
subjetividades.

Evocando también los ejes de autoconservación y autopreservación del que
habla Bleichmar cuando dice que el desajuste brutal entre ellos …lleva a la
demolición de la subjetividad. Y aunque la producción de subjetividad no
es un concepto psicoanalítico, no es ajeno al sujeto con el que trabajamos
Una cosa es la deconstrucción necesaria y otras es la segregación y el
exterminio de las minorías, desnaturalizar la represión y la tortura
La producción de subjetividad es un proceso socio histórico
Hace al modo en el que las sociedades determinan las formas con la cual se
constituyen subjetividades y de esto los analistas no podemos quedarnos
desafectados.

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