Trabajo presentado en la Reunión Lacanoamericana en Mar del Plata

Escribir lo inefable.
Poética e interpretación.

La palabra Inefable hace referencia a lo que no puede ser dicho, explicado
o descrito con palabras: ¿Cómo circunscribir la importancia de lo que está
más allá y más acá del campo de la palabra y del lenguaje en la
experiencia analítica y del quehacer del analista?
Este interrogante acompañará el desarrollo de este trabajo tomando como
punto de partida las cuestiones inherentes al decir, lo dicho, lo indecible,
en relación con el trabajo analítico en el campo del desciframiento, pero
también, respecto de lo indescifrable y lo no cifrable.
Para comenzar, situaré alguna de las operaciones del trabajo analítico que
han sido destacadas como fundamentales desde los desarrollos freudianos
en adelante.
En primer lugar, la operación de inscripción psíquica. El desarrollo de
Freud desde ¨La carta 52¨ de la serie de correspondencias intercambiadas
con Fliess, hasta la presentación del esquema del aparato psíquico en La
interpretación de los sueños 1 , han sido hecho de dicha función el
fundamento de la estructuración del psiquismo, así como del método
psicoanalítico propiamente dicho a partir de la teoría de las
representaciones. Hacer consciente lo inconsciente es un axioma
freudiano que no puede entenderse sin acudir al término inscripción, en
tanto es a partir de dicha figurabilidad, basada en la asociación entre

1 Nos referimos al período que va desde 1885 hasta 1900.

2
representaciones, y de la noción de cargas, investidura, afecto, que dará
apoyatura a la formalización de una teoría tópica, dinámica y económica
del aparato psíquico.
La inscripción ¨es el mecanismo por cuyo intermedio quedará una marca
en el psiquismo¨. 2
De estas marcas tempranas nos habla Freud cuando diferencia los signos
perceptivos de las huellas mnémicas. Aquellos se distinguen de las últimas
por constituir un primer tipo de inscripción, también llamados restos de lo
visto y de lo oído. Luego están las inscripciones de representaciones-cosa,
aquellas que contiene las ¨investiduras de cosa de los objetos, que son las
investiduras de objeto primeras y genuinas; el sistema Preconsciente nace
cuando esa representación-cosa es sobreinvestida por el enlace con las
representaciones-palabra que le corresponden.” 3
Por último, un tercer tipo de inscripción son las representaciones-palabra,
que establecen la asociación de las representaciones-cosa.
De este modo los signos perceptivos constituyen un modo de escritura
duradero que se irán transcribiendo hacia los otros sistemas psíquicos,
entendiendo que dicha transcripción no se trata de una mera copia, sino
que ella opera como una especie de Traducción, que se define como:
¨Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en
otra¨ 4 , haría referencia a lo mismo pero expresado de otro modo (en otro
sistema de lenguas). Esta operación ha constituido el basamento de la
práctica analítica basada en la búsqueda del sentido.

2 Definición tomada del Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis.
3 Freud, S. (1989) Lo inconsciente, En Obras completas. Tomo XIV. Amorrortu Editores, p. 198.
4 Definición extraída del Diccionario de la lengua española. Versión 2001

3
En un tercer lugar, podemos ubicar otra de las operaciones, la
Transcripción, definida como ¨copiar en otra parte [algo ya escrito].
Copiar, escribir en una parte lo escrito en otra¨ 5 . Esta última, a diferencia
de la anterior no encuentra su basamento en el sentido, sino que hace
intervenir el elemento sonoro. Es importante destacar que es a partir de
este modo de operación que se nos revela la importancia y el valor de la
letra.
Por último, queremos hacer referencia a la Transliteración: ¨Acción de
transliterar, representar los signos de un sistema de escritura mediante los
signos de otro¨. 6 Es decir que opera en el registro de lo escrito, no se
apoya ni en el sentido, ni en el sonido.
Estos términos fueron abordados en profundidad por Jean Allouch en su
libro Letra por letra 7 proponiendo una relación entre cada una de ellas y
los registros simbólico, imaginario y real.
¨La cuestión parece ser la de saber lo que se impone, entre letra y
sentido; o también, y tal vez más justamente, si no deben distinguirse
dos modos de lectura según que prevalezca en ellos la letra o el sentido.
La introducción del escrito en la lectura para la lectura, ¿viene acaso a
ratificar, a registrar una renovación del sentido o bien juega fuera del
sentido pero no sin modificar el sentido? 8
La traducción opera en el campo de la escritura, es decir que se ajusta a
lo escrito en tanto pasa de un escrito al sentido.

5 ídem.
6 Ídem.
7 Allouch, J. (2009) Letra por letra. Epeele. Editorial Psicoanalítica de la Letra. México.
8 Ídem, p.99

4
¿De qué modo es posible pensar aquello que en términos lógicos se
presenta como lo que no cesa de no inscribirse, ese imposible que lacan
sitúa más allá de la lógica aristotélica? ¿Cómo pensar eso que hace
referencia a lo inefable?
Se hace preciso darle lugar al desarrollo de estas cuestiones en la
medida en que nos permitan situar el efecto traumático de lalangue, que
no es nada menos que el encuentro entre lalengua y los cuerpos.
Una operación de traducción es aquella que hace pasar lo escrito por el
sentido, es decir que se dirige a un referente.
La transcripción sería una operación real en la medida en que articula el
escrito a lo sonoro, toma lo escrito y lo hace pasar al campo del sonido.
Con el término moterialismo, que condensa materialismo y mot (palabra)
como asidero del inconsciente podemos hacer referencia a aquello que
hace sonar otra cosa que el sentido.
La transliteración, en tanto se ajusta a lo escrito, se trata de una
operación que hace pasar un modo de escritura a otro. Se trata del
cifrado de un texto 9 .
La experiencia analítica implica un hacer con estas operaciones, y que
cada una de ellas supone un nivel de lectura de las llamadas formaciones
del inconsciente para hacer referencia a lo que no cesa de no escribirse.

Los desarrollos de Lacan que remiten a lo irreductible del sujeto, le han
dado distintos nombres a eso real: lo que no puede simbolizarse, lo que

9 Véase los desarrollos de J. Allouch respecto de estas operaciones. Las mismas son desarrollaras en su libro Letra
por Letra.

5
vuelve siempre al mismo lugar, lo imposible, lo que no cesa de no
escribirse. Se trata de eso que no anda, de aquello que no hace relación,
que no guarda proporción en la relación sexual.
En El Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud 10 Lacan dice:
Sólo con la dimensión de la palabra se cava el surco de la verdad en lo
real. Antes de la palabra no hay ni verdadero ni falso. Con ella se introduce
la verdad y también la mentira… el acto mismo de la palabra que funda la
dimensión de la verdad, queda siempre, por esto mismo, detrás, más allá.
La palabra es por esencia ambigua…
…La palabra introduce el hueco del ser en la textura de lo real; ambos se
sostienen y se balancean mutuamente, son extremadamente correlativo¨
(Lacan, J. 1953-1954/1981, pp. 333-334).

La verdad no surge sino de la equivocación y ¨…el lenguaje sólo puede ser
concebido como una trama, una red que se extiende sobre el conjunto de
las cosas, sobre la totalidad de lo real…
La verdad está fuera de los signos, en otro lugar…es con la palabra que
cuestiona la palabra, y crea así la dimensión de la verdad¨. (Lacan, 1953-
1954, pp. 381-382).

Se nos hace evidente de qué modo sentido y verdad están tocados por
una dimensión de ambigüedad, y tal vez allí es que nos auxilie la lógica
paradojal.
Si podemos afirmar que hablar y escribir remiten a funciones
distintas. En el orden de la palabra la función del Otro es fundamental. Es

10 Seminario que Lacan dictó entre los años 1953 y 1954.

6
indispensable para que esa palabra produzca efectos en el sujeto, incluso
en el silencio, en lo no dicho.
Ahora bien, hay una diferencia radical entre lo que es del orden del
hablar, de lo que se dice, y el orden de lo escrito. Es preciso aclarar que
así se abre el juego a una doble dimensión del Otro, que establece un
orden heterogéneo.
Freud, en El Malestar de la cultura (1930) 11 decía que la escritura es
el lenguaje del ausente, es decir marca una ausencia porque el que
escribió ya no se encuentra allí.
La palabra implica un decir en presencia, delimitaría la presencia del
que habla y el que escucha. El Otro como lugar de la palabra inaugura la
posición del sujeto en el orden del lenguaje. Ese fue el inicio de la
enseñanza de Lacan, el sujeto se constituye en el Otro como lugar de la
palabra.

¿Cómo podemos pensar la función de la escritura como soporte
de un real?

En su escrito La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde
Freud (1957), Lacan distingue la palabra dicha de lo escrito, es decir que
hay algo que se escribe, cada vez que la palabra es dicha:

Freud encuentra cómo referirse a ciertos empleos del significante en esa
escritura, que están borrados en la nuestra, tales como el empleo del
determinativo, añadiendo el exponente de una figura categórica a la
figuración de un término verbal, pero es para conducirnos mejor al hecho
11 Freud, S. El malestar en la cultura. En Obras Completas. Tomo XXI de Amorrortu Editores.

7
de que estamos en la escritura donde incluso el pretendido ¨ideograma¨ es
una letra. (Lacan, 1957/1985, p. 490).

Ese lugar que la letra tendrá en la enseñanza de Lacan será de crucial
importancia para que podamos abordar algunas nociones de su última
enseñanza como las de: escritura, goce y saber hacer.
Hacer referencia a la letra como operador de lectura, destaca que,
sobre ella, a través de ella, puede producirse una torsión cuyo efecto recae
en la relación del sujeto con el goce, y su orientación a hacer con ello.
Torsión que produce un pivote entre palabra y escritura, entre el
significante y la letra, entre lo simbólico, lo imaginario y lo real.

Siguiendo este desarrollo les propongo servirnos de un relato que
tiene como protagonista al escritor francés Michel Leiris, poeta y etnógrafo
francés (1901-1990).

Leiris fue miembro del movimiento surrealista, colaborador de La
Révolution surréaliste.
Luego de un fuerte e irreversible enfrentamiento con André Breton en
1929, se unió al equipo de Georges Bataille como subdirector del periódico
surrealista Documents en el que contribuyó de forma regular con diversos
artículos. Su principal característica era la de romper con el estilo
tradicional de la escritura de las obras etnográficas.

Autor de numerosas y diversas obras y de los más variados estilos:
autobiográficos, críticos de arte musical y trabajos científicos.

8
Su primer trabajo autobiográfico lo escribió luego de interrumpir de
manera brusca un análisis que había comenzado por consejo de su amigo
Bataille. Ese trabajo llevó por título La edad del hombre, publicado en
1939. Su reedición en 1946 estuvo acompañada por un prefacio
denominado De la literatura comprendida considerada como una
tauromaquia, de fundamental importancia para entender su escritura como
una especie de continuidad entre conversaciones con su analista y
confesiones hechas al lector acerca de sus más brutales intimidades.

Su principal obra autobiográfica abarca cuatro tomos, en conjunto
llamados Las reglas del juego 12 , título que en francés destaca el juego
homofónico entre juego (jeu) y yo (je) y destaca el valor inconfundible que
su escritura tomará en torno a la importancia de la resonancia, marca
temprana de su fascinación por el lenguaje.

Un pellizco sonoro: ¨… lizmente!¨ (reusement!)

Sobre el suelo despiadado de la habitación (¿sala? ¿comedor?
¿tapete fijo de ramajes desteñidos o tapete movible con un decorado
cualquiera en el cual yo inscribía palacios, sitios, continentes, verdadero
calidoscopio con el cual jugaba mi infancia, armando allí construcciones
fantásticas, como un bosquejo para las mil y una noches que entonces no
me abrían las hojas de ningún libro? ¿piso desnudo, madera encerada de
líneas más oscuras cortadas de tajo por la negrura rígida de las ranuras de
las que a veces me divertía sacando motas de polvo, cuando me había
12 Una parte importante de la trayectoria narrativa de Leiris ha quedado reunida en este compilado llamado Las
reglas del juego (La Règle du jeu) compuesto por cuatro textos: Biffures (1948); Fourbis (1955); Fibrilles (1966) y
Frêle bruit (1976).

9
tocado la suerte de algún alfiler caído de las manos de la costurera por
días?) sobre el suelo irrefutable (y sin alma) de la habitación (aterciopelado
o leñoso, endomingado o sobrio, propicio para la carreras de la
imaginación o para juegos más mecánicos), en la sala o en el comedor, en
la penumbra o en la luz (según que se tratara do no de esa parte de la
casa cuyos muebles están normalmente protegidos con fundas y cuyos
modestos tesoros están sustraídos, por la barrera de las persianas, a los
ataques del sol), en ese cerco privilegiado sólo accesible a los adultos (y
gruta tranquila para la somnolencia del piano) o en ese local más común
que encerraba la gran mesa con largueros a cuyo alrededor se reunía toda
la familia o parte de ella para el rito de las comidas cotidianas, el soldado
había caído.
Un soldado. De plomo o de cartón piedra. Figurita moldeada y
coloreada con bastante delicadeza…y cuyo cuerpo, cuando se rompe, se
ve hecho de un material equívoco e indigente, blancuzco o de color
terroso.…
Lo esencial no era que un soldado se hubiese caído: un soldado no
era algo que tuviese ninguna resonancia definida en mí. Lo esencial era
que había algo que me pertenecía y que se había caído, y que esa cosa
que me pertenecía era un juguete, que esa cosa caída era un objeto
relacionado con ese mundo cerrado de los juguetes (que uno mete en
cajas cuando ha acabado de divertirse), con ese mundo prestigioso y
separado cuyos componentes, por su forma, su color, destacan frente al
mundo real al mismo tiempo que lo representan en lo que quizás sea lo
más intenso que tiene….
…Uno de mis juguetes (y poco importaba cual fuera… Con gran
peligro de romperse…Uno de mis juguetes, debido a mi torpeza, (causa

10
inicial de la caída) se encontraba en peligro de haber sido roto. Uno de mis
juguetes, es decir, uno de los elementos del mundo a los cuales en aquella
época les tenía más cariño.
Rápidamente me agaché, recogí al soldado caído, lo palpé y lo miré.
No estaba roto, y grande fue mi alegría. La expresé exclamando
“¡…Lizmente!” (Reusement)¨.
En esa habitación mal definida (sala o comedor, cuarto de recepción
o habitación común), en este lugar que no era entonces nada más que el
de mi diversión, alguien con más años (madre, hermana o hermano mayor)
se encontraba conmigo. Alguien más entendido, menos ignorante que yo,
me hizo notar, al oir mi exclamación, que se debía decir “felizmente” y no,
como yo lo había hecho:  “¡…lizmente!”.
La observación cortó de tajo mi alegría o, más bien (dejándome
desconcertado por un instante) sustituyó rápidamente la alegría, que en un
principio ocupaba todo mi pensamientos por un curioso sentimiento cuya
extrañeza apenas logro penetrar hoy
No se dice…“lizmente”, sino “felizmente” (Hereusement) . Esa
palabra, empleada por mí hasta entonces sin ninguna conciencia de su
sentido real, como una pura interjección, se relaciona con “feliz” y, por la
mágica virtud de tal acercamiento, se encuentra entonces inserta de pronto
en toda una secuencia de significados precisos. El aprehender de golpe en
su integridad esa palabra que antes siempre había deformado toma un aire
de descubrimiento, como el brusco rasgarse de un velo o la explosión de
alguna verdad. Hace aquí que ese vago vocablo (que hasta el momento
había sido totalmente personal y permanecía como cerrado) se encuentra,
gracias a una casualidad promovido al papel de eslabón de todo un ciclo
semántico.

11
Ya no es una cosa mía: forma parte de esa realidad que es el
lenguaje de mis hermanos, de mi hermana y de mis padres. De cosa mía
propia, se vuelve propiedad común y abierta. En un relámpago se ha
vuelto cosa compartida o, si se quiere, socializada. No es ya la
exclamación confusa que se escapa de mis labios (todavía muy cerca de
mis vísceras, como la risa o el grito), es, entre miles de otros, uno de los
elementos constitutivos del lenguaje, de ese vasto instrumento de
comunicación del que una observación fortuita, emanada de una persona
adulta, a propósito de mi exclamación consecutiva a la caída del soldado…
me ha permitido vislumbrar la existencia exterior a mí mismo y llena de
extrañeza.
En el suelo del o de la sala, el soldado de plomo o de cartón piedra,
acaba de caer. Yo exclamé “¡…Lizmente!”. Me han corregido. Y, un
instante, me quedo desconcertado, presa de una especie de vértigo. Pues
esa palabra mal pronunciada, y de la que llego a descubrir que no es en
realidad lo que yo había creído hasta entonces, me ha puesto en condición
de sentir difusamente (gracias a la especie de desviación, de desfase que
por ese hecho se operó en mi pensamiento) de qué manera el lenguaje
articulado, tejido arácneo de mis relaciones con los demás, me rebasa,
apuntando hacia todas partes sus antenas misteriosas¨. 13

¨…lo real no puede inscribirse más que por un impasse de la
formalización¨, y se orienta a contrapelo del sentido.

¿Se trata aquí de lo escrito en la dirección de un vaciamiento, y
permite ponerle un límite al goce? Me interesa situar aquí ese acunamiento
13 Ollè- Laprune, P. (2010) Para leer a Michel Leiris. Fondo de Cultura Económica. México.

12
sonoro que la letra equivoca y señala, al tiempo que se despoja de un
resto y lo deja caer, marcando la distancia con la que puede rescatarse a
un soldado a la palabra.

Orbe intangible
Vuelo engullido
Rota la pila primaria,
Certifica el dominio esencial,
Marchita la palabrería de brasa,
Arrasa la espuma del remordimiento.
El paso de las glosas se ondula,
Pliega el borde de las algas,
Suelo de pesares sensibles descarnados,
El huso aguso de las conjeturas
Emerge
En la prisión de las metamorfosis,
Lindero rebelde.

Intervalo exiliado:
Sueño durable de reflejos
Evadidos de la curva viviente,
Fuera de las perspectivas del lenguaje
El reino de las osamentas abreva
En el mudo nido del enigma.

Leiris hace torsión con las palabras, hace sonar el sentido y sentir lo
sonoro, supo hacer de la resonancia el rasgo indiscutible de un estilo

13
inigualable. Su escritura se destaca a partir del sesgo de lo uniano 14 ,
aquella marca original de su encuentro con lalangue, que resulta de eso
que no puede atraparse sino en su caída, en medio de ese desconcierto
difuso está marcado por esa extrañeza que hace del lenguaje siempre algo
un poco extranjero, ¿cuál es la regla del juego?.
Si la transcripción como tal no puede ser sino tan ideal como
imposible, a esa imposibilidad acuden la traducción y la transliteración. Se
trata de un movimiento de cifrado y desciframiento en la medida en que el
primero es la puesta en acto del escrito mismo.
¿Qué efecto produce la escritura sino el testimonio de un hacer con
esos restos que resultan de lo gastados por la palabra? Se trata de un
hacer con la rasgadura original, sedimento del encuentro con lalengua,
resonancia del decir de un Otro que lo afecta, trocando su felicidad por un
afecto extraño, marca extraída de la maquinaria batalla del lenguaje que le
arrebató la alegría y signó tempranamente su vida en la tristeza.
Ese sesgo es lo que hace a su singular estilo de escritura, tocando
las palabras para hacerlas sonar como aquella primera vez, dotándolas
nuevamente de su despojo, ese del que es hijo todo acto poético, con el
asombro como cuando se oye algo por primera vez.

El inconsciente es aquella marca originaria de la relación con
lalengua, un saber indeleble que habita en ese cuenco de letras, que
sedimenta el encuentro del sujeto con el goce que se fijará como saber
inconsciente, enjambre que testimonia la marca irreductible del encuentro
con lo real.

14 Notable diferencia que esta formulación le permite a Lacan situar entre lo escrito y la palabra, entre el del
significante y el la letra.

14
La escritura abre una dimensión del decir que opera de un modo
distinto de la palabra, se escurre entre los dichos aquello que se vuelve
letra, que es marca, traza, y yace por fuera del terreno de la significación.
Podemos decir que de lo irrepresentable del objeto surge aquello que
no cesa de no inscribirse.

La letra puede ubicarse en una dimensión de silencio porque es una
escansión, indica el límite del significante en su función. No se trata aquí
del orden del sentido sino de la localización de múltiples S1 que responden
a una lógica diferente y cuya emergencia refiere a una operación de
extracción, algo que está allí, pero será preciso aislarlo del campo del
sentido.

Hemos tomado esta referencia para dar cuenta que la letra localiza el
límite del significante, en tanto no remite a la significación. Punto sordo al
sentido que señala lo que se pierde. Y digo lo que se pierde, pero también,
paradójicamente, es lo que queda.
El poeta realiza esa hazaña, de hacer que un sentido esté ausente.
Respecto de Leiris, su testimonio da cuenta de la experiencia de la letra,
en la medida en que ella porta una potencia por la que la poética resalta su
función de límite y litoral. El encuentro primordial con el goce que a ¨toda
lengua la consagra al equívoco¨. 15 (como afirma Milner)
Un real que no es la regla sino aquello que impone una ambigüedad tan
equívoca como el nombre y que trasvasa los límites de lo simbolizable, por
eso lo que ella designa es asunto de cada quien.
15 Milner, J.C. (1980) El amor por la lengua. México. Editorial Nueva Imagen, p. 23

15
La letra supone una temporalidad que no podemos pensar sin la ayuda de
cierto efecto paradojal, tiempo del habiendo sido, que sólo se reconoce
como letra por un (d)efecto de lectura.
La poética es eso que se escribe hasta agotar el sentido, la letra opera allí
como lo que queda, indicando un resto. Marcando un reducto final, su a-
locación en su dimensión más real.
Lo inefable deviene invención, lo íntimo y lo extranjero encuentran en el
litoral una literalidad que refiere a una verdad hecha escritura.
Un trazo inaugural, en el que agente y el objeto no pueden articularse si no
es por medio de su intervención. La letra pone en juego una elisión, es
decir, un vaciamiento como condición, en el sentido de lo que acontece en
un tiempo anterior al advenimiento del significante, es decir que de ella
depende su fundación, porque resulta de la erosión del significante como
tal, lo indecible en el orden de la palabra, en tanto adviene como lo posible
de escribir.
Es con la ayuda de la escritura poética, que entramos en la dimensión de
la interpretación como el hacer con la escritura, al mismo tiempo que con
ella situamos lo que no podrá escribirse jamás.
Situar ese canturreo, ideograma sonoro, aquello que constituye la traza de
una lengua tonal puede recobrar una vía que nos rescate del sentido.
En ese recorrido un analista puede hacerse caja de resonancia (en el
punto en que lo que resuena no es el significado sino el eco de un decir.
Se trata de la interpretación que no traduce, sino que corta, alude a la
problemática de la interpretación a-semántica.

16
¿De qué manera cada cual elabora su solución a partir de esa falla en el
goce?, ¿cómo se accede a la verdad subjetiva respecto a esa falla del
goce?
La poética resta y localiza el trazo fuera del sentido. Una jaculatoria.
Por el equívoco se ingresa a la “mansión” de los dichos, la residencia que
concierne al goce que hace cuerpo donde
¨…el significante se reduce lo que es, una torsión de su voz.” 16
Lo real se produce, entonces, a partir de la imposibilidad de lo simbólico,
no proviene del significado sino de ese Au-sentido 17 .

En el Seminario L´insu, Lacan se sirve del equívoco entre los términos
Une-bévue y Unbewusste 18 , consiste en utilizar una palabra de un modo
distinto de aquel para el que fue creada para designar.
Es una invención, una novedad que sorprende al significante, como dit-
mensión poética que implica un cierto hacer con esa caligrafía de la
sustancia gozante, un desecho.
La experiencia analítica en su dimensión real, se realiza fuera de discurso
porque precisamente la letra ex-siste al dicho:
¨Trabajo en lo imposible de decir, dice Lacan Decir es otra cosa que
hablar. El analizante habla, hace poesía. Hace poesía cuando llega —es
poco frecuente, pero es arte. El analista, él, zanja (tranche). Lo que dice es
corte, es decir participa de la escritura, en esto precisamente: que para él
16 Laca, J. El Seminario Libro 23. El Sinthome. Editorial Paidós, p. 93
17 Término que no hace referencia al sin sentido sino a un fuera de sentido. Desarrollos que Lacan realiza en El
Atolondradicho. Véase en Otros Escritos.
18 Juego de palabras entre Inconsciente y la una-equivocación.

17
equivoca sobre la ortografía…Es por eso que digo que, ni en lo que dice el
analizante ni en lo que dice el analista hay otra cosa que escritura…Hay
mucho de juego, en el sentido de libertad, en todo aquello. Ello juega en el
sentido que la palabra tiene de ordinario¨ 19
El goce, escurre su letra de la palabra y en ese sentido es letra a
descifrar.
¿Hacia dónde se dirige la interpretación sino el ciframiento de un
goce enigmático? Ese trabajo no es sino a partir de lo escrito.
Una verdad descansa en el tropiezo de cada transcripción, y se
desvanece, secreta y transpira del dicho.
La palabra atiborra el rasgo y el equívoco altera el tiempo produciendo el
sello de la singularidad, aguarda en el rincón que atesora la originalidad.
La experiencia analítica implica una dit-mension de la verdad que, al decir
de Lacan, ¨caza al error por el cuello en la equivocación" 20 .
La morada del sujeto soporta su semilla en el dicho hasta escurrirse en
letra, pellizco resonante, que se precipita en letra a la espera de una nueva
escritura.
Referencias:

Allouch, J. ¨Letra por letra¨. Epeele. Editorial Psicoanalítica de la Letra. México, 2009
Freud, S. (1989). Fragmento de las correspondencias con Fliess. (En Strachey, ed. y
J.L. Etcheverry, trad.). En Obras completas. Amorrortu Editores (Original publicado en
[1892 1899]).
Freud, S. (1989). Lo inconsciente. (En Strachey, ed. y J.L. Etcheverry, trad.). En Obras
completas. (Vol. XIV). Amorrortu Editores. (Original publicado 1915).
19 Lacan, J. El Seminario 25: Momento de Concluir, clase del 20/12/77. Inédito
20 Lacan, J. El Seminario Libro 1. Los Escritos técnicos de Freud. Paidós, p.386

18
Freud, S. (1989) El malestar en la cultura. (En Strachey, ed. y J.L. Etcheverry, trad.). En
Obras Completas. (Vol. XXI). Amorrortu Editores. (Original publicado en 1930)
Lacan, J. (1974) El Seminario 22. RSI. Inédito.
Lacan, J. (1976-1977). El Seminario 24. L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre.
Inédito.
Lacan, J. (1977-1978). El Seminario 25. El momento de concluir. Inédito.
Lacan, J. (1981). El Seminario Libro 1 Los escritos Técnicos de Freud. Editorial Paidós.
Lacan, J. (2006). El Seminario Libro 23. El Sinthome. Editorial Paidós. (Original
publicado 1975-1976).
Lacan, J. (2007). El Seminario Libro 20. Aún. Editorial Paidós. (Original publicado en
1972-1973)
Lacan, J. (2018). Otros Escritos. Editorial Paidós. (Original publicado en 1967-1968).
Lacan, J. (2018). El Seminario Libro 18. De un Discurso que no fuera del Semblante.
Editorial Paidós. (Original publicado en 1971).
Laplanche, J y Pontalis, J.B. (1971) Diccionario de Psicoanálisis. Editorial Labor.
Buenos Aires
Milner, J.C. (1980) El amor por la lengua. México. Editorial Nueva Imagen.
Ollé-Laprune, P. (2003). “Michel Leiris o la fusión del acto y la palabra”, en: Cómo leer a
Michel Leiris. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica
Radio Lacan: https://radiolacan.com/application/views/public/Notas/Entrevista-a-
Esthela-Solano-Suarez_ES.html

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